La persistencia de regímenes autoritarios fallidos. La gente común en la Venezuela del siglo XXI.
Ciencia Política, Yale University, Mayo 2023
Agradecimientos
¿Por dónde empezar? La tentación es comenzar con Raúl, mi abuelo, y Mara, mi abuela.
Ambos fallecieron, pero debería comenzar con ellos porque fue Raúl quien me explicó por primera vez que uno debe presentarse todos los días en el trabajo. Era un hombre de rutinas y disciplina extrema hasta el último de sus días. A mí también me gustan las rutinas y las necesité para trazar un camino para escribir este documento. Mara siempre tuvo grandes esperanzas en mí -con un breve desaliento después de entender que no iba a convertirme en un sacerdote católico- pero más importante que eso, era aguerrida y perseverante. Aspiro a alcanzar su fuerza y perseverancia.
Luego debería mencionar a mi papá, quien es importante de muchas maneras para este proyecto, pero principalmente porque fue él quien me convenció de que la opinión política de todas las personas merece un respeto absoluto. Puede sonar como una trivialidad, pero no lo es. Los políticos tienden a disfrutar de las masas y hacen grandes esfuerzos para convocar a muchas personas para escucharlos. Tengo que decirlo aquí: en América Latina, muy pocos políticos convocan a las masas sin recurrir a incentivos materiales. Es, creo, por razones justas: la mayoría de los políticos -al menos en estos días en que es una actividad tan desacreditada- son muy aburridos, por decir lo menos. Debo señalar lo obvio, Hugo Chávez fue un hombre interesante; parte de su poder, como muestra este trabajo, se basaba en su capacidad para captar la atención de las personas hablando, y hablando, y hablando. A mi papá nunca le importó tener multitudes a su alrededor. Se preocupaba por el individuo, por el hombre y la mujer que encontraba en una esquina cualquiera, para decirles lo que pensaba, generalmente escrito en un volante que les daba, y preguntarles lo que pensaban. Al principio de su carrera política, pasé con él muchas horas en reuniones donde solo una o dos personas asistían, y me sentaba a escuchar cómo explicaba su plataforma con absoluta dedicación y convicción. La narrativa siempre era la misma, no importaba si estaba interactuando con una madre soltera en la Comuna 1 de Medellín o con el empresario más importante de la ciudad. Nunca traicionó su idea de cómo se debe abordar la política y, entiendo ahora, era la única forma que tenía de permanecer libre en un mundo que no era el suyo. Es por eso por lo que se siente orgulloso cuando la gente lo llama Profesor Fajardo, el único título que le ha importado. Un buen profesor no se preocupa por las masas, se preocupa por el estudiante común.
Mi mamá ha sido la única persona que siempre ha estado ahí. Ahora que soy mayor, entiendo que muy pocas personas siempre están ahí cuando uno las necesita. No es algo que se debe dar por sentado, ni siquiera por parte de la mamá. La vida de mi mamá no resultó como ella la había planeado, pero nunca nos falló a mi hermana, Mariana, ni a mí. Mucha gente nos falla y uno falla a la mayoría de las personas, de una forma u otra. La vida es dura y complicada. Es por eso que el ejemplo de mi mamá es importante para mí. Nunca me falló y, al hacerlo, me mostró lo que significa el compromiso inquebrantable con otro ser humano. Creo que si ella me hubiera fallado, este proyecto nunca habría sucedido.
Terminaré la parte familiar de estos agradecimientos con las dos personas más importantes de mi vida, Paulina y Elena. Paulina me apoyó desde que nos mudamos a New Haven y rápidamente entendió lo que necesitaba para "tener éxito" en un programa de doctorado. Ella es la principal testigo de mis altibajos y, aunque es una profesional en lidiar con los altibajos, siempre admiro cómo navega los míos. Creo que ella lo sabe, pero debo decirlo más. Ella es paciente y tolerante y me enseña eso todos los días. No soy un gran estudiante, pero espero que sepa que lo intento. Algunas personas dicen que con quién uno se casa es la decisión más importante en la vida. Estoy inclinado a pensar que tienen razón. Tal vez solo quiero creerlo porque, si estoy seguro de algo, es que me casé con la mejor persona que he conocido en mi vida.
Elena nació cuando estaba en la mitad del doctorado. Me ha enseñado muchas cosas, pero la que valoro más es lo que significa el amor incondicional. A veces me preocupa quererla tanto, pero es lo que hay. Creo que sentir amor incondicional es muy poderoso y transforma el alma. En los días en que abría el computador y me preguntaba: "¿Qué estoy haciendo con mi vida al abrir, otra vez, el mismo documento por centésima vez?", cerraba los ojos y soñaba despierto un poco. Imaginaba que era el día de mi graduación y estaba allí con Paulina y Elena. Entonces, alguien diría: "Alejandro Fajardo, PhD en Ciencias Políticas". Y luego Elena sonreiría, miraría a Paulina y diría: "Ese es mi papá. Lo hizo". Suficiente para empujarme por el resto del día.
He tenido muchos privilegios en mi vida, soy consciente de muchos de ellos. Muchos, no merecidos. Asistir a la Universidad de Yale también conlleva muchos privilegios. Interactuar con Libby Wood y Emily Sellars fue el más importante. El libro de Libby, "Insurgent Collective Action and Civil War in El Salvador", es mi libro favorito de ciencias políticas. Después de leerlo, cambié el tipo de investigación que quería hacer. Cada vez que necesitaba un poco de inspiración sobre cómo (intentar) introducir una idea, organizar un capítulo, concluir una sección, referenciar a algún autor, citar a un entrevistado y más, volvía al libro de Libby. Libby no solo escribió un libro que ha inspirado a muchas personas, sino que también fue mi principal consejera. Me apoyó en cada paso del programa y fue muy paciente con mis ausencias y dudas. Leyó cada página que le envié, línea por línea. Se ofreció a reunirse cada vez que lo necesitaba. Respondió cada correo electrónico de manera considerada. Libby ha respetado profundamente mi trabajo y, además, ha sido un modelo de respeto por su propio trabajo como mentora. Su ejemplo es inspirador.
Tuve muchas reuniones largas con Emily. Recuerdo el día en que Libby me dijo que debería leer el trabajo de Sellars sobre los impactos políticos de la emigración. Otro de los buenos consejos de Libby. No solo aprendí sobre el inteligente y elegante trabajo de Emily sino que, diría que aún más importante, conocí a una gran persona. Emily tiene muchas buenas cualidades y creo que la más importante, muy relevante para una profesora, es hacerte sentir que eres bueno, tal vez exagera un poco en mi caso, pero que puedes mejorar. Esa es una línea fina de trazar y ella lo hace muy bien. Espero que muchos estudiantes vayan a trabajar con Emily, la academia mejorará mucho con su estilo de mentoría.
Antes de escribir esta disertación, pensé que cuando la gente escribía en este punto de los agradecimientos: "Todos los errores restantes son míos", era una formalidad. Ahora sé que no lo es.
Ana de la O me recibió cuando visité Yale por primera vez y siempre tuvo preguntas e ideas inteligentes. Cuando otros dijeron que no podía regresar después de una larga ausencia, Colleen Amaro, la secretaria del posgrado en el departamento, encontró la manera de mantenerme inscrito. Siempre recordaré eso, no tenía que hacerlo.
James Robinson, Pablo Querubín y Steve Levitsky escribieron cartas de recomendación cuando apliqué al doctorado. Tuve grandes conversaciones con ellos mientras estaba en Harvard. Todavía leo lo que escriben y siempre lo disfruto. Juan Camilo Cárdenas y Roberto Briceño-León leyeron mi propuesta de métodos empíricos y su apoyo hizo posible la aprobación de este proyecto. Dos ejemplos más de grandes profesores que también son grandes mentores.
Finalmente, quiero agradecer a algunos venezolanos. No puedo listar a todos mis amigos aquí, pero mencionaré a tres de ellos: Roberto Patiño, Juan Andrés Mejía y Leandro Buzón. Todos me recibieron, en diferentes momentos, en Caracas, y me presentaron a nuevas personas y lugares. Me mostraron su país con orgullo. Tuvimos buenos debates. Aprendí de ellos. Son excelentes ejemplos de la historia de esperanza y dolor que comparto en este trabajo. Solo puedo desear que la vida les dé la oportunidad de poner su talento al servicio de Venezuela. Son líderes excepcionales.
Por último, quiero agradecer a todos los venezolanos comunes y corrientes que hicieron posible este trabajo. Al final de una larga entrevista, en medio de la pandemia, José fue al techo de su casa, tomó su teléfono, lo giró y mientras me mostraba uno de los muchos cerros de Caracas, dijo: "Alejandro, este es Antímano, mi barrio. Ahora es tuyo también. Eres uno de nosotros". Él no se dio cuenta, pero se me aguaron los ojos y sólo pude decir: "Gracias, José, sigue luchando".
Más tarde me di cuenta de que la reacción de José le dio sentido a este trabajo.
Dedico este trabajo a los venezolanos comunes, a los venezolanos de a pie.
Foto: Alejandro Fajardo, Caracas, Marzo 2020.