Las fotos de Petro
Llevamos entonces 10 días hablando de las fotos que se ha tomado Petro. Y con buenas razones porque han sido fotos inesperadas y cargadas de contenido simbólico. Todavía falta que el plan de desarrollo y las propuestas de reformas se transformen en contenidos concretos, pero no hay que despreciar el símbolo en política, y en nada en la vida en sociedad. Cuando le preguntaron a Petro sobre la presidencia en el Congreso de Roy Barreras, un símbolo del que siempre cambia para estar con el ganador, Petro dijo algo interesante, cito de memoria: “Podríamos haber propuesto a María José Pizarro y entonces la hija del comandante Pizarro le pondría la banda presidencial a Petro, y eso habría sido un gran símbolo, pero no nos eligieron para eso, sino para hacer las reformas”. Y Roy, a juicio de Petro, es el mejor para hacer las reformas. Petro sabe del valor del símbolo y expresó ahí bien la tensión que vive en su día a día. El que aspira a caudillo, y casi cualquiera que aspira a presidente aspira a serlo de alguna manera, protege el símbolo. Pero no puede sacrificar todo por él.
Debo decir: dirán lo que quieran, pero si las preguntas son buenas, las entrevistas de Petro son interesantes. Eso no implica estar de acuerdo con él, para nada, pero sí valoro que desde el poder haya una reflexión interesante. Uribe las tenía en su primer gobierno. Quizás por eso hablamos tanto de las fotos de Petro, que no es el presidente sino el presidente electo: porque del presidente en ejercicio solo hay que decir algo por sus ausencias. Qué acto tan mezquino no haber ido a la presentación del informe de la Comisión de la Verdad. Entre otras, porque pudo haber ido a presentar sus ideas, sus desacuerdos, a comportarse como un hombre de estado. Bueno, también se dicen cosas del presidente en ejercicio cuando saca su lado cínico sin ninguna vergüenza: le advirtió a Petro, soterradamente, que la fiscalía, la contraloría, la procuraduría no eran del gobierno de turno, o algo así. Sus amigotes en la fiscalía, la contraloría y la procuraduría que no habrían llegado ahí sin ser sus amigotes y estuvieron ahí haciendo lo que le funcionaba al amigote, se debieron sonrojar con esa declaración. O quizás no.
Petro ha convocado entonces reuniones con la élite política. No conozco a nadie que haya negado una invitación a una reunión con un presidente electo. El que no está en la foto, es porque no lo invitaron. Para algunos un alivio, para otros un viacrucis. Alivio para el que de todas maneras no quería ir, viacrucis para que el que querían que lo invitaran y nada de nada. Y la foto es un gran gusto para (casi) todos: una foto con un presidente electo es un símbolo que disfruta el ego de (casi) cualquiera. En estos tiempos de redes sociales, mi curiosidad se va a ese momento banal en donde alguno pide la foto, en donde los protagonistas fingen que hablan mientras les toman la foto, para esos momentos eternos durante la reunión en el que alguno está pensando en el trino que va a acompañar la foto y no en lo que se dice en la reunión. Son fotos simbólicas, sin duda, pero construidas por pequeñas indignidades: “¿Nos tomamos una foto Uribe? Claro Gustavo, pero no abrazándonos”, “Vargas Lleras, ¿ponemos el mismo trino o cada uno verá que hace? Gustavo, haga lo que se le dé la gana”, y así. Antes uno era esclavo de las palabras y dueño de sus silencios, lo mismo podría decirse ahora de los trinos y las fotos que los acompañan.
Son fotos interesantes porque siguen revelando el arco narrativo que construye Petro. Con respecto a la columna de la semana pasada, sigue dando pistas sobre su camino. Solo serán claras ya posesionado pero hay avances claros: Petro pasó de ser un candidato de primera vuelta de masas, con eventos con miles de personas, a un candidato de segunda vuelta enfocado en el uno a uno, con vídeos cortos transmitiendo actividades que lo acercaban al colombiano común y corriente (jugar fútbol, montar a caballo, dormir en un cuarto sencillo, hacer el ridículo intentando bailar reggaeton, entre otras), a un presidente electo enfocado en reunirse con las élites políticas que el consideró especialmente relevantes. Sin duda, los más destacados, Germán Vargas Lleras, Rodolfo Hernández y Álvaro Uribe. Con César Gaviria ya no era novedad porque ahí sí Petro mantuvo una obsesión desde hace rato por contar con su apoyo. También con los directores de todos los partidos “tradicionales”.
Me parece que Petro sigue mostrando una gran disciplina profesional. Se ocupó de hacer eventos masivos que, evidentemente, disfruta mucho y lo animan pero que llegaron a su máxima eficiencia electoral. Se movió a la tarea de dejar de lado su timidez (no creo que sea prepotencia) y hacer el espectáculo del uno a uno para la segunda vuelta. Y ahora hace un esfuerzo grande por tender todos los puentes posibles antes de llegar formalmente al poder. Eso tiene un costo con sus seguidores más fanáticos, pero ya su oficio no es agitar a esa base sino trascender con un público más amplio. La elección cerrada no le dio la suficiente amplitud para evitar tejer con las élites tradicionales pero su habilidad en estos diez días lo han puesto en una posición inmejorable: contrario a lo que podría esperarse del primer presidente de izquierda de la historia, con un pasado guerrillero que reivindica con orgullo, Petro va a tener amplias mayorías en el congreso, se ha asegurado un margen de maniobra con quienes podrían ser sus opositores más acérrimos, manda señales de calma a la comandancia del ejército y al gran capital del país.
Petro sabe que, eventualmente, podría tener que pagar un costo por esas fotos. Los grandes clientelistas, que han protegido en esos partidos a los mayores ladrones del país, no comparten su agenda de una transformación estructural del país. Ni de gobiernos de transición para que vengan otras izquierdas sin necesidad de hacer concesiones. Pero son parte del juego actual. ¿En qué terreno y a qué tareas los convoca? Ya veremos.
Viendo los pasos serenos que sigue dando Petro, observando con respeto y atención cada una de sus fotos, el escenario que escogió para hacerlas, el gesto de los que lo acompañan y el texto con el que las publica, no puedo dejar de pensar en que todavía extraño una autocrítica de Petro. O varias. Por ejemplo, ¿qué piensa hoy de los ataques a Rodolfo Hernández de hace once días, en dónde lo presentaba como el mayor corrupto del país? De Rodolfo Hernández no espero nada porque pienso que está mamando gallo en la política, pero se pregunta uno también, cuando uno pone una foto sonriente diciendo que con Petro “llegó el cambio”, ¿se acuerda de lo que dijo llorando hace 20 días en Miami? Que tenía mucho miedo porque lo iban a matar y asociaba eso con Petro, sin ninguna prueba. Una calumnia de esas, sugerir que alguien es o está conectado con asesinos que lo quieren matar a uno, para abrazarlo al otro día y decir que es el cambio, me parece incomprensible. Y no me pueden decir que así es la política porque resulta que yo he participado en política, muchas veces. Y no he visto nada de eso: pueden decir, eso sí, “la suya es la política de los perdedores”, como dice Alejandro Gaviria.
Petro es ganador e inteligente, no sé si compasivo: pienso que no debió haber hecho algunos de los ataques que hizo ni autorizarlos, no debió haber dejado que se corrieran líneas éticas. Por ejemplo, otro: cómo iban a decir que Federico Gutiérrez es un depravado solo para asustar a las mujeres. Qué clase de política es esa, Federico es un señor con una esposa, unos hijos, una familia. Para qué hacer ese daño en ese terreno habiendo tantos otros lados por donde controvertir. Yo estoy consciente que la respuesta puede ser que la política y la campaña estaban duras pero que ya pasaron. Que tocaba hacer esos ataques para ganar y que Rodolfo ya se tomó la foto muerto de la risa, que debo pasar la página.
En esos temas personales, quizás, pero entonces dejo el último de los ataques de Petro que, a la luz de las fotos simbólicas que ha escogido, considero innecesarios: ¿valía la pena decir que había un golpe de estado basado en un chisme ridículo que le contó alguien? ¿o que la Registraduría ya había cocinado los resultados basados en otro vídeo ridículo que alguien filtró?
Creo que el nuevo Petro, el hombre que quiere ser de estado, despreciaría esos ataques institucionales. El Petro candidato le respondería que fue porque denunció el golpe de estado, que no lo dieron, que fue porque denunció a la registraduría, que esta trabajó bien el día de la elección. No sé si a Petro, el hombre que quiere ser de estado, le basten esas justificaciones. Al fin y al cabo, en un par de parpadeos, todos esperamos que tenga que gobernar durante una elección presidencial en la que no será candidato. Esperará que haya candidatos que eviten atacar la esencia de la institucionalidad que el representa.
Pero me adelanto mucho en el análisis del arco narrativo de Petro. Vamos paso a paso que está interesante. Y seguir deseándole serenidad y sabiduría, por supuesto.