Leí esta semana el libro “Cuatro mil semanas. Manejo del tiempo para mortales” de Oliver Burkeman. Bueno, en realidad, lo oí. Quién sabe si es una diferencia relevante o no: desde hace un tiempo, la mayoría de libros no los leo, sino que los oigo. En parte, por un punto que Burkeman resalta: cada vez tenemos más dificultades para estar concentrados en un párrafo escrito. Ante el menor asomo de aburrimiento o de distracción, dejamos el papel y vamos a buscar un mensaje en whatsapp, un nuevo tuit, a tomar una foto del libro para contar en Facebook que lo estábamos leyendo. El problema es que ya no, después de tomar la foto, subirla a Facebook, ya no estamos leyendo el libro. En cambio, oír un libro parece más fácil porque se puede hacer mientras camina con el perro, mientras se baña, mientras va en el bus, mientras maneja el carro. Y también, en mi caso, viendo un partido de fútbol sin volumen. Una autopista de la mente se ocupa en la estimulación visual del partido y otra autopista en la estimulación auditiva del audiolibro. Siempre que pienso en la mente, en el “cerebro”, tengo esta imagen de varias autopistas, no sé cuantas; por algunas van sensaciones conscientes, por otras reflexiones inconscientes. Un laberinto.
La vida es de 4,000 semanas
La vida es de 4,000 semanas
La vida es de 4,000 semanas
Leí esta semana el libro “Cuatro mil semanas. Manejo del tiempo para mortales” de Oliver Burkeman. Bueno, en realidad, lo oí. Quién sabe si es una diferencia relevante o no: desde hace un tiempo, la mayoría de libros no los leo, sino que los oigo. En parte, por un punto que Burkeman resalta: cada vez tenemos más dificultades para estar concentrados en un párrafo escrito. Ante el menor asomo de aburrimiento o de distracción, dejamos el papel y vamos a buscar un mensaje en whatsapp, un nuevo tuit, a tomar una foto del libro para contar en Facebook que lo estábamos leyendo. El problema es que ya no, después de tomar la foto, subirla a Facebook, ya no estamos leyendo el libro. En cambio, oír un libro parece más fácil porque se puede hacer mientras camina con el perro, mientras se baña, mientras va en el bus, mientras maneja el carro. Y también, en mi caso, viendo un partido de fútbol sin volumen. Una autopista de la mente se ocupa en la estimulación visual del partido y otra autopista en la estimulación auditiva del audiolibro. Siempre que pienso en la mente, en el “cerebro”, tengo esta imagen de varias autopistas, no sé cuantas; por algunas van sensaciones conscientes, por otras reflexiones inconscientes. Un laberinto.